Que si aislantes térmicos, que si eficiencia térmica, que si tal, que si cual. Y nadie se ha dado cuenta de que todo esto de ahorrar en aclimatación ya preocupaba a nuestros abuelos.

¿A que te acuerdas de las parras que colgaban de las barandillas de los balcones del pueblo? Pues resulta que son un método de aislamiento muy eficaz. Veamos:

En invierno los cadavéricos troncos dejan entrar los rayos del Sol a nuestra casa, pero en verano vuelven a la vida y se cubren de esas preciosas hojas que mantienen nuestros muros lejos del abrasante calor, impidiéndole entrar. Por si fuera poco, nos regalan racimos de uvas libres de químicos. Pues eso, como las de nuestros abuelos.

Si sabemos que podemos ahorrar aproximadamente la mitad de la energía de calefacción y aire acondicionado gracias a un buen aislamiento (bajando persianas en verano, buen aislante en las paredes, ventanas de doble cristal...); qué mejor, qué más sencillo, qué más verde que plantar una buena parra en nuestro balcón.